Fernando Marco atleta nacido en una familia turolense y viviendo en China

Fernando Marco nos cuenta su cambio de vida y su pasión por las carreras.

Me llamo Fernando Marco Catalán y soy el único valenciano dentro de una familia de turolenses, lo que en el fondo hace que me sienta también turolense. Desde hace 15 años resido por trabajo en China.

Hace 6 años decidí darle un giro a mi vida. Dejé de fumar, me operé de una hernia inguinal que tenía pendiente y empecé a correr. Durante este tiempo he ido avanzando y he conseguido especializarme en Ultra Maratones de Montaña. Una ultra maratón es cualquier carrera a pie que supere los 42.195 kms que tiene un maratón. En estos 6 años he conseguido completar con éxito 19 ultramaratones de montaña a lo largo de los 5 continentes.

El pasado jueves día 28 de noviembre vine al Sultanato de Omán a participar en una Ultra Maratón conocida como Oman by UTMB. Yo participé en la categoría de 130 kms. que tenía una acumulación de +7500 metros positivos de ascensión. Ya me habían avisado de que el recorrido era extremadamente técnico y muy complicado, sin embargo nunca imaginé que sería tan duro.

La carrera comenzó a las 19:30 horas locales desde una fortificación en la localidad de Birkat Al Mouzy. Con la información de la que disponía, deduje que completar la carrera iba a llevarme un mínimo de 30 horas. Los primeros 12 kms transcurrieron en su mayoría por una pista de tierra y lógicamente tragamos muchísimo polvo. Aunque había entrenado muy duro durante 4 meses para llegar en buena forma, mis sensaciones desde el inicio no fueron buenas. No me dolía nada en concreto pero sentía una pequeña molestia en el gemelo que me hacía perder la concentración por momentos.

Fue a partir del Km. 15 cuando la carrera empezó a hacer honor a su fama de dura. Habíamos abandonado la pista para adentrarnos en un estrecho cañón donde tuvimos que ir, a la vez que ascendiendo, sorteando montones de piedras enormes. La noche avanzaba y poco a poco la altitud iba aumentando. La carrera había comenzado a una cota de 500 metros sobre el nivel del mar y a lo largo de la madrugada alcanzamos tramos de 2400 metros donde un viento intenso y el frío mortal me castigaban con dureza. El contraste con el inicio donde la temperatura era de 26 grados era muy grande.

En el km 33.3, en la localidad de Wadi Bani Habib, teníamos nuestra primera bolsa de apoyo. Se trata de material estratégico personal tipo comida o ropa, que la organización nos transporta a puntos específicos de la carrera donde prevemos que vamos a necesitar algo. Yo prácticamente no había dejado nada en esa bolsa sin embargo el frío me estaba afectando y no me sentía bien así que aproveché para parar unos minutos y abrigarme bien. Verdaderamente estaba helado. En esos momentos me rondó por la cabeza la idea de abandonar sin embargo hice de tripas corazón y continué. La carrera transcurría ahora por una zona algo más resguardada del viento así que en breves instantes empecé a sentir calor lo cual temporalmente me dio más energía. La noche siguió su curso y yo fui avanzando poco a poco, subiendo y bajando montañas. El contraste era muy grande: en las zonas expuestas al viento tenía frio y en las más resguardadas calor. En la inmensidad de la noche se apreciaban precipicios a lo largo del recorrido.

Sobre el km 55, a las 5 de la mañana, después de alcanzar un alto, cogí un sendero que en la oscuridad parecía que descendía en vertical. Al otro lado del barranco, a lo alto, se vislumbraban unas luces de lo que parecía ser una aldea que supuse tendría que cruzar después de bajar y subir el barranco. La bajada fue un horror: la verticalidad se confirmó. Los escalones de piedra eran inmensamente altos. Pero esto no fue lo peor porque me salté un cruce y continué en dirección incorrecta durante aproximadamente 10 minutos. Cuando me di cuenta del error, me sentí tremendamente frustrado ya que era la segunda vez que había tomando un camino incorrecto. La primera vez había sido sobre el km 40 y había hecho 4 km de más. Así que retorné mis pasos y al llegar al camino de nuevo vi un lugar algo resguardado del viento donde me tumbé en el suelo para descansar. No habría cerrado los ojos más de 5 minutos cuando otro corredor pasó a mi lado y me preguntó: “Are you ok?”. Le respondí que sí y que no se preocupase.

Me puse otra vez en marcha y me preparé para la ascensión del barranco. Eran más o menos 600 metros de desnivel positivo los que tenia que subir desde el barranco hasta la aldea que había en el alto. Estaba agotado y helado de frío pero al iniciar la ascensión empezaron a vislumbrarse las primeras luces del alba y comencé a ver la inmensidad y la magnificencia del cañón que estaba ascendiendo. Conforme subía el sol iba saliendo y empecé a sentir los primeros rayos que me infundieron nuevas energías. ¡Cosas que tiene este deporte! Empecé a sentirme bien. Al llegar al alto había un nuevo puesto de control donde me bebí una sopa de patata bien caliente y continué la marcha. Estaba ya en el Km. 59.9 de carrera y llevaba aproximadamente 11:30 horas.

A partir de ese punto comenzaba un tramo de unos 12 Kms de descenso a través de senderos que me iban a llevar al fondo de un nuevo cañón majestuoso. Las vistas eran espectaculares pero la bajada era prácticamente vertical y con algunos tramos muy peligrosos. Tras más de 2 horas de bajada, me volvía a enfrentar ahora a la correspondiente subida, esta vez, de 1000 metros positivos que acababan con 50 metros de pura escalada con “viaferrata” incluida. Al contrario de lo que me esperaba la subida fue lenta pero no tuve grandes dificultades. Me llevó aproximadamente 1 hora llegar a la zona de cuerdas, donde un miembro de la organización me ató los arneses y las cuerdas de seguridad para afrontar el tramo de escalada. Sin lugar a dudas un tramo bastante complicado para todos aquellos que sufran de vértigo. El final de ese tramo tenía como premio la llegada al Hotel Alila. Era la zona de avituallamiento establecida por la organización para comer y dormir -para todos aquellos que lo estimasen oportuno- y el lugar donde teníamos nuestra segunda bolsa de apoyo. Estaba en el Km. 72.7 de carrera y ya llevaba 15:30 horas de carrera. Eran las 11 de la mañana.

En el Hotel Alila aproveché para comerme un buen plato de macarrones y tomarme una nueva sopa de patata caliente, cambiarme de ropa y cargar el reloj GPS. A las 11:45 a.m. reanudé la marcha. Curiosamente me encontraba fresco y sabía que quedaban básicamente 5 horas de luz así que aprovechando que venían unos km relativamente llanos –“solo” había 1000 metros de ascensión en 16 kms- decidí apretar la marcha. En este tramo empecé ya a encontrar cadáveres andantes, es decir, otros participantes que estaban agotados. Esta situación te hace sentir moralmente más fuerte y por otra parte te despierta la obligación tan humana e inexcusable en un deporte tan duro de ayudar a tus compañeros. Preguntar a cada persona a la que alcanzas si está bien o si necesita algo es un deber.

Mi viaje continuó, a mi ritmo hasta que alcancé el avituallamiento de Sharaf Al Alamayn en el km 94.6. Creo recordar que eran las 5 de la tarde y ya estaba anocheciendo.
De noche, con 22.30 horas de carrera y 95 km en las piernas, empecé lo peor, un descenso por una pista de tierra de 12.4 km desde la cota 2000 hasta la 500. Era un descenso muy peligroso para los cuádriceps porque cualquier sobrecarga te impediría afrontar la subida al monstruoso W8 con garantías – el W8 es una subida de 1110 m de desnivel sobre una pared vertical con el vacío amenazándote todo el ascenso que venía a continuación.
La ascensión se iniciaba en el km. 107 desde la localidad de Balad Sayt donde había un nuevo avituallamiento en el que aproveché para comer otro plato de macarrones y para cargar el reloj. En el avituallamiento coincidí con otros 3 corredores (una corredora neozelandesa, un rumano y un inglés) y decidimos por seguridad afrontar la subida juntos. Así que a las 8:30 p.m comenzamos la ascensión- yo había previsto 1:30 horas de ascensión y así fue exactamente. En la inmensidad de la noche no pude ver el precipicio sin embargo se podía intuir viendo las luces de las poblaciones en el fondo del barranco. La subida fue dura pero la hicimos lentamente, utilizando en todo momento los brazos para ayudar en la escalada, y siempre con mucho cuidado. Como consecuencia de esto, pensé que podíamos ir a un ritmo un poco más rápido y en el tramo final de la ascensión que era ya un poco menos peligroso, tomé el mando y tiré del grupo. A las 22:00 horas hicimos cima según había previsto.

En lo alto del W8, a más de 2000 metros de altitud nuevamente soplaba un fuerte viento y hacia un frio horrible. Allí había un puesto de control habilitado por la organización pero las lonas de la caseta que hacían las veces de pared se habían soltado con el aire. Como estando parados sentía tanto frio, el corredor inglés y yo decidimos emprender la marcha primero mientras nuestros otros 2 compañeros cargaban agua y aprovechaban para alimentarse y abrigarse. A la salida de dicho puesto le preguntamos la dirección a seguir a varios miembros de la organización quienes increíblemente nos dieron una indicación errónea y anduvimos en una dirección equivocada durante 3.5 km hasta que nos dimos cuenta del error. Yo iba tomando conciencia del error porque tenía en la cabeza grabado que a la subida al W8 le seguía una nueva a subida de 500 metros de desnivel hasta el Col Trail Split, el punto más alto del recorrido, a 2480 metros de altitud. La frustración tras descubrir el error fue inmensa. Entonces mi compañero inglés quería buscar la línea recta que nos llevase de nuevo a la ruta pero yo me negué categóricamente ya que temía encontrarme un barranco en medio como así era en realidad. En conclusión, este error nos llevó a recorrer 7 km más y nos hizo perder 1:45 de tiempo y un desgaste de energía- tan necesario a estas alturas de la carrera- muy importante. A las 23:45 horas estábamos de nuevo en el puesto de control del W8 y a 20 km de meta. A empezar de nuevo.

A partir de ahí me puse en modo corredor y me dije: “no vas a parar hasta la meta”. Llegué al Col Trail Split y desde lo alto ya se veían ya las luces de Al Hamra donde se encontraba la meta. Restaban solo 13 km pero tenía que descender desde los 2480 metros del Colt Trail Split a los 700 metros de altitud de Al Hamra, es decir, tenía que bajar 1800 metros de altitud en 13 km. La oscuridad, el cansancio, el sueño y la noche me impidieron ver que los primeros 6 km de ese descenso eran por una loma interminable de piedra. Hice el descenso prácticamente andando, con mantenerme en pie era suficiente para llegar. Al Hamra parecía cerca pero la bajada nuca se acababa. Después los últimos 7 km fueron horribles: la pendiente parecía no tener final.
Al final de la bajada encontré un sendero que me condujo a un Oasis donde me indicaron que me quedaban 2 km. hasta el siguiente puesto de control de tiempos y de allí a la meta 2.5 km. No podía creer que fuera tan lento pero la evidencia de que la meta estaba tan próxima me hizo apretar los dientes y seguir. El objetivo estaba en la mano.

A las 4:51 am del sábado 29 de Noviembre crucé la meta de Al Hamra tras 33:21 horas y 142 Kms. Finalicé en la posición 55 de un total de 176 participantes que acabaron y el décimo séptimo de mi categoría. Si le descontamos el tiempo que hice mis 12 km extras, el resultado habría mejorado. Pero estas cosas pasan así que a lo hecho pecho. Los 150 abandonos dan una muestra de la dureza de la prueba.
Mi próximo reto ya tiene fecha. Sera la Ultra Maratón del Mont Blanc que tendrá lugar la ultima semana de Agosto de 2020. Se trata de una carrera circular de 170 km que empieza y acaba en Chamonix y que atraviesa Francia, Italia y Suiza con +10000 metros acumulados de ascensión. Sin lugar a dudas la cima del Trail Running. Ya os seguiré contando.