Antonio Hernando un deportista que lleva a Teruel por todo el mundo

Este es el relato de Antonio Hernando deportista turolense que luce con orgullo a Teruel en las carreras más prestigiosas a nivel mundial.

RELATO SOBRE LAS CARRERAS DE ANTONIO HERNANDO

En Mayo del año 1999 estábamos regresando a España tras más de siete años viviendo en el extranjero. Nuestros Hijos tenían en aquel momento 6 y 4 años, y yo había tomado la decisión de dejar de fumar tras muchos años y muchos paquetes de tabaco, cosa que haría un par de meses después, tras las Fiestas de la Vaquilla de ese año. 

Pero dejar de fumar, que evidentemente era una decisión importante y, con seguridad, necesaria dado el número de años y de cajetillas que me había fumado, había que acompañarla de un estilo de vida más sano, que me ayudara a recuperarme de tantos años de vivir “enganchado” a un cigarrillo.

Así que, una vez que nuestras fiestas de la Vaquilla pasaron, dejé de fumar y me propuse hacer deporte. Esas vacaciones las pasamos en Peñíscola, y mi Amigo Nacho llevaba corriendo algún tiempo, así que cuando me dijo que saliéramos a correr por el paseo marítimo, me puse inmediatamente las zapatillas y…. 5 minutos después me paré desfallecido…. Qué sensación más “triste”, pero al mismo tiempo, más desafiante. Y por qué no aguantar un minuto más al día siguiente, y otro más al siguiente, y….

Cuando era pequeño y en clase de Gimnasia el profesor nos decía que ese día tocaba ir a Castralvo, a mi me daba una especie de vahído pensando en el sufrimiento que me esperaba. En aquella época, nunca conseguí llegar hasta el punto en el que el resto de mis compañeros daban la vuelta y volvían al Colegio. A mí me recogían en su regreso y me daba la vuelta con ellos porque si no, no iba a llegar a tiempo de prepararme para la hora siguiente. 

 

En fin, no era una historia muy prometedora para mis nuevos objetivos, pero, por otra parte, durante mi etapa universitaria, había empezado a correr algo, también con el pretexto de haber dejado de fumar y la ayuda de mis compañeros de Colegio Mayor, y había conseguido llegar a hacer varios kilómetros seguidos, aunque sin alardes.

Así que, cuando me enfrenté a mi primera carrera popular, que fue una de las clásicas en Madrid (la Carrera del CSIC), pensé que aquellos 10 km eran suficientes para culminar mis objetivos deportivos en esta especialidad atlética. Fue una carrera dura. De hecho, el Paseo de la Castellana en Madrid es una larga vía que “pica hacia arriba” y le da un puntillo de sufrimiento a las carreras populares. Llegar fue una gran satisfacción y me hice el firme propósito de volverla a correr al año siguiente, cosa que hice.

Pero entre una y otra carrera, había perdido varios kilos y había ganado salud. Me encontraba cada día mejor, no me cansaba al subir las escaleras y practicaba otros deportes, disfrutando de ellos!.

De esta carrera al “deseo deportivo “de hacer una Media Maratón, algo que recuerdo haber compartido con un excompañero de La Salle en una celebración de los 25 años, pasaron un par de años en los que seguía corriendo con asiduidad, incluso durante los muchos viajes al extranjero que, por mi actividad profesional, tenía que hacer. Así que las zapatillas se convirtieron en un elemento fundamental de mi equipaje y, correr, un elemento importante de mi estilo de vida.

Cuando en Diciembre de 2004 llegué a la meta de la Media Maratón de Guadalajara, acompañado de mis amigos del trabajo que se habían encargado de que aquel deseo pudiera ser realidad, no solo levanté las manos disfrutando de aquel momento, sino que me “vine arriba”, bastante inconscientemente, tengo que reconocer, ycuando mis amigos me dijeron….. “y ahora a por la Maratón de Valencia!”, no dudé ni un instante y les dije…”pues claro que sí. ¡A por ello!”. 

 

En aquella época la Maratón de Valencia se celebraba a finales de Febrero, y allí me marché con mis amigos y mi Familia. Por hacerlo corto, os diré que fue una carrera sufrida, con algunos percances físicos (ampollas, calambres…), pero que finalicé, y así tuve la oportunidad de sentir algo que, aunque me lo podía imaginar, no los sabes hasta que te ocurre. Cuando las fuerzas estaban al límite, encontrarte con tu Familia, que de repente te ven, ….. vienen hacia ti, ….. te abrazan, …… te peguntan cómo vas y te animan con todas sus fuerzas porque …. ¡la meta está ahí delante!, …¡Vamos!,…..¡ya está hecho Campeón!...... y te acompañan unos metros corriendo, te provoca una emoción que aún al día de hoy, me hace emocionarme y sentir como si aquel momento lo estuviera viviendo ahora.

En 2007 corrí por primera vez Madrid. El año anterior había tenido una lesión de rodilla y no había podidocompletar ninguna carrera larga.  Así que nos adentramos en 2008, con la ilusión de ir a correra otra ciudad ydisfrutar del ambiente que una maratón crea en el lugar donde se celebra. Como siempre me habían llamado la atención ver en a TV las noticias sobre la Maratón en la Gran Manzana, con esa salida cruzando el puente de Verrazano lleno de miles de corredores  que recorrían la ciudad, animados ininterrumpidamente por centenares de miles de personas, nos planteamos que podía ser una aventura atractiva para combinar el deporte y el divertimento, así que conseguimos un dorsal y allí nos fuimos, sin saber que aquella carrera iba a traer a nuestras vidas unos GRANDISIMOS AMIGOS (Urrechu y Elisa) y una ilusión por repetir con ellos este tipo de “escapadas” por otros lugares del mundo y, por qué no, de completar el sueño de muchos corredores de maratón…….. ¡LAS SIX MAJORMARATHON!.

 

Algo que había aprendido en mi primera Maratón es que el público anima a los corredores que se identifican de alguna manera, normalmente por su nombre, así que decidí crearme una camiseta que me identificara y contuviera aspectos o datos importantes en mi vida: mi NOMBRE, mi PAIS y la CIUDAD EN LA QUE NACI y ME CRIÉ. A estos 3 elementos le he ido añadiendo también las carreras importantes que he hecho. En la espalda, cada una de las SIXMAJOR con su año de realización, y por delante otras maratones y carreras de ultrafondo.

De aquella primera maratón internacional recuerdo muchísimas cosas, pero me quedaré con el hecho de disfrutar de una ciudad como Nueva York, abierta para que tú la pudieras recorrer sin coches niruidos, pero llena de música en directo y personas animándoteininterrumpidamente, con tu Familia cerca de la meta de Central Park, que te encuentra entre la multitud de corredores, te grita emocionada, te abraza y te vuelve a repetir…. ¡la meta está ahí delante!, …¡Vamos!,…..¡ya está hecho Campeón!. 

Luego vinieron Berlín (2009), Londres (2010),…..y muchas carreras dentro y fuera de España, hasta que decidimos que había que seguir con el reto marcado, y en 2016 fuimos a Chicago, en 2018 a Tokio y, por fin, en 2019, nos planteamos que terminaríamos este ciclo en, quizás, la más emblemática de las “SIX MAJOR MARATHON”, la de Boston que ha cumplido este año su edición 123.

Muchas razones hacían de esta carrera un reto más complicado que las anteriores maratones. La primera, una lesión de espalda que me había tenido en el dique seco durante los últimos 4 meses, sin poder correr y con dolores musculares continuos; la segunda, los antecedentes climatológicos de la edición anterior que parecía que podían repetirse en ésta, con predicción de bajas temperaturas, viento y lluvia el día de la carrera; por último, y no menos importante, la ansiedad de querer terminar la última de las pruebas, de poder disfrutar de ese momento con mi amigo Urrechu y así poder recibir la medalla de “finisher” de las “SIX MAJOR”.

Durante las semanas previas al viaje tuvimos que acreditar que habíamos terminado las otras 5 carreras. No fue un proceso evidente ya que a lo largo de los años, nos habíamos identificado de formas diferentes (con los 2 apellidos, con un solo apellido, en mayúsculas, en minúsculas…….) y mi pasaporte, en particular, había cambiado de numero en varias ocasiones, así queiniciamos un proceso de acreditación que confirmó que era AH el que había terminado las carreras y que esa misma persona, tenia dorsal para correr la maratón de Boston este año.

Una vez “cualificado” para poder ser “finisher” en Boston, el día que recogimos el dorsal de la carrera, nos identificamos y nos colocaron en el dorsal una pegatina especial que sirviera de identificador al llegar a la meta, y nos dieron una cartulina, que tenías que colocarte en la espalda, para que todo el mundo que te viera en la carrera, supiera que ese día era muy especial para ti porque ibas a completar tu última prueba de las SIX.

Al final, las previsiones del tiempo fueron cambiando (afortunadamente a mejor) y el día amaneció, tras una noche completa lloviendo, amenazando pero sin llover, con viento fuerte, pero de “cola”, y con una temperatura que, a lo largo de los 42 km y 195 metros, fue subiendo hasta los 21 grados y bajando hasta los 9, pero que no llegó a ser ni de lejos la tortura climática del año anterior.

Esta carrera no se parece, por muchas razones, a ninguna otra que yo haya conocido, pero quizás una de las más curiosas sea el propio recorrido, que se realiza sobre un trayecto abierto, en medio de la naturaleza, que parte de Hopkinton, un pequeño enclave a más de 40 km de Boston y termina en el centro de esta ciudad.  Hubo momentos en los que pensé que no llegaría en tiempo para cualificar, incluso pensé que iba a llegar a la meta. La lesión y la falta de entrenamiento me pasaban factura al poco de empezar la carrera, pero en este tipo de prueba, tan importante como el estado físico, es la fortaleza mental, y la capacidad de sobreponerse a los momentos difíciles que, por otra parte, que casi siempre llegan.

Poco a poco fui encontrándome mejor, y recuperé parte del tiempo que había perdido por culpa de los calambres. Cada vez veía más real la posibilidad de terminar la carrera y eso me iba dando ánimo y fuerza. Cuando quedaban 10 km, me di cuenta que llegaba, pero que no podía romperme, por lo que me controlaba para que la emoción de verme “finisher”, no me jugara una mala pasada con tan solo unos km por delante.

Llegar a la ciudad y sentirme corriendo la última milla, fue una emoción inmensa. Pensaba en mi familia (mis Hijos, mis Cuñados, mis Sobrinos), que durante toda la prueba habían estado siguiendo mi ritmo de carrera, en tiempo real, a través de la “app” de la prueba, y que no habían parado de enviar mensajes que yo iba viendo en mi reloj. Me imaginaba que habrían pasado por todos los estados de ánimo posible, ….. esperanzados al principio, preocupados a mitad de la prueba y de nuevo alegres al ver que podía llegar, que podía conseguir mi sueño. Pensaba también en mi mujer, que había venido a la milla 17 y que me había visto sufrir en ese momento. Lo que ella no sabía entonces es que precisamente verla y oírle como me animaba, me había ayudado a recomponerme y enfrentarme a lo que quedaba de carrera, porque ella estaría al final de la carrera, tras la línea de meta.

¡La llegada fue increíble! Al llegar a la recta de meta, iba con unos pocos corredores y entonces, la gente empezó a gritar nuestros nombres. Cuando oí el mío, empecé a animarles con mis brazos para que siguieran aplaudiendo y dándonos fuerza, mientras yo les daba las gracias y les aplaudía a ellos por estar allí. Fueron 300 metros únicos, llenos de emoción y que serán un recuerdo inolvidable para este turolense que tan orgulloso se ha sentido paseando el nombre de su ciudad por medio mundo. Serán 300 metros inolvidables por haber sido el punto finalde un sueño que tuve hace muchos añosy que, en tantos sentidos, me ha ayudado a enfocar mejor mi vida.